JULIO CÉSAR
Subura, Italia (julio de 100 a. C.) - Curia de Pompeyo, Roma, Italia (15 de marzo de 44 a. C.)

Cayo Julio César fue un militar y político cuya dictadura puso fin a la República en Roma. Procedente de una de las más antiguas familias del patriciado romano, los Julios, fue educado esmeradamente con maestros griegos. Julio César pasó una juventud disipada, en la que empezó muy pronto a acercarse al partido político "popular", al cual le unía su relación familiar con Cayo Mario. Se ganó el apoyo de la plebe subvencionando fiestas y obras públicas. Y fue acrecentando su prestigio en los diferentes cargos que ocupó: cuestor, edil, gran pontífice, pretor y propretor de la Hispania Ulterior. De regreso a Roma, consiguió un gran éxito político al reconciliar a los dos líderes rivales, Craso y Pompeyo, a los que unió consigo mismo mediante un acuerdo privado para repartirse el poder formando un triunvirato y así oponerse a los optimates que dominaban el Senado.

Al año siguiente, César fue elegido cónsul y las medidas que adoptó vinieron a acrecentar su popularidad: repartió lotes de tierra entre veteranos y parados, aumentó los controles sobre los gobernadores provinciales y dio publicidad a las discusiones del Senado. Pero la ambición política de César iba más allá y, buscando la base para obtener un poder personal absoluto, se hizo conceder por cinco años, del año 58 al 51 a. C., el control de varias provincias: Galia Cisalpina, Narbonense e Iliria. El triunvirato fue fortalecido por el Convenio de Luca, que aseguraba ventajas para cada uno de sus componentes, pero respondía a un equilibrio inestable, que habría de evolucionar hacia la concentración del poder en una sola mano. Craso murió durante una expedición contra los partos, y la rivalidad entre César y Pompeyo no encontró freno una vez muerta Julia, la hija de César, que había contraído matrimonio con Pompeyo.

Entretanto, César se había lanzado a la conquista del resto de las Galias, que no sólo completó, sino que aseguró lanzando dos expediciones a Britania y otras dos a Germania, cruzando el Rin. Con ello llegó a dominar un vasto territorio, que aportaba a Roma una obra comparable a la de Pompeyo en Oriente. El prestigio y el poder alcanzados por César preocuparon a Pompeyo, elegido cónsul único en Roma en medio de una situación de caos por las luchas entre mercenarios. Conminado por el Senado a licenciar sus tropas, César prefirió enfrentarse a Pompeyo, a quien el Senado había confiado la defensa de la República como última esperanza de salvaguardar el orden oligárquico tradicional.

Tras pasar el río Rubicón, que marcaba el límite de su jurisdicción, César inició una guerra civil durante tres años (49-46 a. C.) en la que resultó victorioso. Conquistó primero Roma e Italia, luego invadió Hispania y, finalmente, se dirigió a Oriente, en donde se había refugiado Pompeyo. Persiguiendo a éste, llegó a Egipto, aprovechando para intervenir en una disputa sucesoria de la familia faraónica, tomando partido en favor de Cleopatra en la Guerra Alejandrina (48-47 a. C.). Asesinado Pompeyo en Egipto, César prosiguió la lucha contra sus partidarios. Primero hubo de vencer al rey del Ponto, Pharnaces, en la batalla de Zela, que definió con su famosa sentencia "veni, vidi, vici" ("llegué, vi y vencí"); luego derrotó a los últimos pompeyistas que resistían en África en la Batalla de Tapso (46 a. C.) y a los propios hijos de Pompeyo en Hispania, en la Batalla de Munda (45 a. C.), cerca de Córdoba. Vencedor en tan larga guerra civil, César acalló a los descontentos repartiendo dádivas y recompensas durante las celebraciones que organizó en Roma por la victoria.

Una vez dueño de la situación, César acumuló cargos y honores que fortalecieran su poder personal. Fue cónsul por diez años, prefecto de las costumbres, jefe supremo del ejército, pontífice máximo (sumo sacerdote), dictador perpetuo y emperador con derecho de transmisión hereditaria, si bien rechazó la diadema real que le ofreció Marco Antonio. El Senado fue reducido a un mero consejo del príncipe. Estableció así una dictadura militar disimulada por la apariencia de acumulación de magistraturas civiles.

Julio César murió asesinado en una conjura dirigida por Casio y Bruto, que le impidió completar sus reformas. No obstante, dejó terminadas algunas, como el cambio del calendario, que se mantuvo hasta el siglo XVI, una nueva ley municipal que concedía mayor autonomía a las ciudades o el reasentamiento como agricultores de las masas italianas proletarizadas. Todo apuntaba a transformar Roma de la ciudad-estado que había sido en cabeza de un imperio que abarcara la práctica totalidad del mundo conocido, al tiempo que se transformaba su vieja constitución oligárquica por una monarquía autoritaria de tintes populistas; dicha obra sería completada por su sobrino-nieto y sucesor, Octavio Augusto.

En el Universo Marvel, durante la Batalla de Tapso, la Quinta Legión de César repelió una carga de Elefantes de Guerra. En ese momento, un observador extraterrestre había venido a presenciar su vida. Después de la batalla, César conmemoraría el evento creando una moneda con los paquidermos. César tendría un accidente mientras montaba un elefante que estaba asustado por una serpiente, lo que resultó en su muerte antes de su momento señalado. El extraterrestre temía que fuera su presencia la que había alterado la línea de tiempo, por lo que decidió que para evitar una paradoja temporal, continuaría el destino de César tomando posesión de su cuerpo, hasta su asesinato en el 44 a. C.

  • Primera aparición en el Universo Marvel: Ideal vol.1 #1.