PAPA PÍO VII
Cesena, Italia (14 de agisto de 1742) - Roma, Italia (20 de agosto de 1823)

De nombre secular Barnaba Niccolò Maria Luigi Chiaramonti, el Papa Pío VII fue el 251º papa de la Iglesia católica. Su padre fue el conde Scipione Chiaramonti, y su madre, hija del marqués Ghini. Su familia era de orígenes nobles, pero de clase media, y tal como sus hermanos, asistió al Collegio dei Nobili de Rávena. Sin embargo, a la edad de catorce años, decidió entrar a la Orden de San Benito, en 1756. Durante su juventud vivió como monje de la Orden Benedictina con el nombre de Gregorio, y destacó como teólogo y obispo.

El 21 de septiembre de 1765 sería ordenado sacerdote y, poco después, recibiría su doctorado en Teología. Comenzaría a enseñar en la Abadía de San Juan de Parma en 1766, lugar abierto a nuevas ideas y pensamientos, sobre todo los frutos que L'Encyclopédie de Denis Diderot y los pensamientos de John Locke y Étienne Bonnot de Condillac aportaban al conocimiento del hombre. Los amantes de la cultura estaban ansiosos por una educación al modelo que poco a poco se iban imbuyendo las ciudades italianas.

En 1772, Chiaramonti sería galardonado con el grado académico de "lector", por lo que la Orden le posibilitó enseñar Teología y Derecho Canónico. Volvió a Colegio San Anselmo en 1772, y se mantendría hasta 1781, como profesor de Teología y bibliotecario. También será nombrado abad titular de Santa María del Monte, su otrora lugar de comienzo como religioso. El joven monje Chiaramonti buscaba, por una parte, volver a la inspiración original de la vida monástica, al estilo de Benito de Nursia, pero por otra, modernizar los planes de estudio, llevando a los jóvenes monjes a un contacto más directo con la realidad del momento.

Sería elegido papa tras la muerte del Papa Pío VI, de quien era pariente y que anteriormente le había nombrado obispo de Tívoli. En 1801 convenció a Napoleón Bonaparte de restablecer la Iglesia francesa, y, tres años más tarde, acudió a París para coronarle emperador. A pesar de su aparente bonanza, las relaciones entre Francia y El Vaticano fueron deteriorándose paulatinamente hasta la invasión en 1809 de los Estados Pontificios por parte de las tropas napoleónicas y el encarcelamiento del pontífice. Trasladado a Fontainebleau, Pío VII respondió al ataque con la promulgación de la bula Quum memoranda, que excomulgaba al emperador. Sin embargo, su persona permanece eclipsada frente a la del francés, ya que sufrió la afrenta de perder los Estados Pontificios y el poder temporal de la Iglesia, pero, por otra parte, logró dar muestras de fortaleza frente a Napoleón.

En 1814, las derrotas sufridas por Francia obligaron a Napoleón a permitir su repatriación, tras lo cual el pontífice endureció su política. De ese modo, restauró a los jesuitas, la Inquisición y suprimió a los carbonarios, una sociedad secreta liberal, además de ignorar toda legislación aprobada durante la ocupación francesa. Pío VII falleció el 20 de agosto de 1823 en Roma. Su gran labor, aunque más desconocida, radica en su apoyo a las artes, la cultura y la educación. Actualmente se encuentra en proceso de canonización, cuya causa fue abierta en 2007 por el Papa Benedicto XVI, quien le otorgó el título de siervo de Dios.

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