Lidia Castillo nació a la vez que su querido cajún mutante debutaba en manos de Chris Claremont, aunque un poquito antes de que John Byrne le concediese una cita con la belleza sureña de sus amores, conformando la pareja que cautivaría a la joven fan y la ataría al Universo Marvel por siempre jamás. Aunque, pese a devorar cada tebeo de Astérix, Don Miki y Heidi que encontraba por casa y monopolizar Las aventuras de Tintín de la biblioteca local, no fue entre viñetas donde conoció a los superhéroes del cómic y el manga, sino pegada a la pantalla de vidrio de su tele de tubo, enamorada de las series animadas de la Patrulla-X noventera y de las bellas guardianas de Sailor Moon.
Años después, tras formarse como ilustradora y diseñadora gráfica -se pueden ver algunos de sus trabajos como ilustradora en su web personal, donde enlaza con sus redes sociales-, recibió (incrédula) una invitación de ensueño por parte de Julián M. Clemente para escribir como articulista en Panini Comics, dando rienda suelta a su eterna pasión marvelita. Desde 2020 también colabora con el medio especializado Sala de Peligro (para gozo de su niña interior), donde además ha sido coautora del libro Los Cuatro Fantásticos, 60 años explorando el Universo Marvel, publicado por Dolmen Editorial.
Vive en compañía de su intrépido perro Indy y su sidekick felina Nana, mientras sueña por siempre con los campos de flores de Krakoa, donde nada es real y no hay de qué preocuparse.
Biografía e imagen facilitadas por la autora.
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