JESÚS BLASCO MONTERDE
Barcelona, España (3 de noviembre de 1919 - 21 de octubre de 1995)
Dibujante
Entintador

Autor capital del cómic español, dotado para la historieta dirigida a los niños y para la de acción o de terror. Fue la figura descollante de toda una familia de dibujantes con la que formó estudio y, durante años, sería el dibujante español de cómic más reconocido internacionalmente.

Blasco demostró cualidades para el dibujo a partir de los cinco años de edad, y combinó su pasión por el trazo amable con una formación en el dibujo clásico que fue autodidacta. Se sintió muy atraído por los tebeos infantiles, TBO, Pocholo, y también por los personajes de Disney, sobre todo los dibujados por Floyd Gottfredson, que comenzaron a aparecer en España en los años treinta. Precisamente se inició en ellos, puesto que su primer trabajo como dibujante lo publicó en la revista Mickey en 1935, con sólo 16 años cumplidos y tras granar un concurso. De ahí pasó a Pocholo, y ese mismo año creó a un grupo de mozalbetes traviesos para el tebeo Boliche, para la serie Cuto, Gurripato y camarilla, entre los que estaba el denominado Cuto. Algunos de estos tebeos eran servidos por su editor, Sanxo, con dos portadas aparentes (en portada y contraportada), y por esta razón Blasco fue el autor español más joven en hacer la portada de un tebeo, cuando aparecía su serie en la frontal.

La guerra civil condujo a Blasco al frente republicano, donde militó como operario de radio, y terminó pasando parte de la contienda en un campo de concentración en Francia. Siguió dibujando durante estos duros años: figuras femeninas para sus compañeros y algunas historietas que quedaron inéditas. Mediados los años treinta comenzaron a publicarse en España las obras de varios autores americanos, entre ellos Alex Raymond y Milton Caniff, que inspiraron enormemente a Blasco, sobre todo Caniff. Sus dibujos, a partir de entonces, se poblaron de figuras apolíneas sobre fondos acabados a los que dotaba de realismo con un sabio uso de la luz y de los contrastes.

Acabada la guerra civil, Blasco fue reclamado por Gil Roesset para dibujar en el tebeo Chicos, el más relevante de los años cuarenta. A sus páginas trasladó Blasco a Cuto en 1940, ahora como protagonista de historietas de aventuras en las que el personaje evolucionó escasamente iconizado con respecto a los secundarios y a los escenarios, siguiendo su autor una fórmula similar a la usada por Hergé con Tintín; Cuto también era un reportero, y actuaba desde San Francisco. La imaginación de Blasco, sumada al deleite de sus trazos y sus tintas, más la mejora en la narratividad creciente, consiguió hacer de Cuto un personaje fetiche, con el que se identificaron los niños lectores de Chicos, y al que llegaron a entrevistar “en vivo” para dar aliciente a la revista. La fama de Cuto, debida también a sus maneras “modernas” para la época (vestía tejanos y se relacionaba con chicas), fue tal que siguió viviendo aventuras no sólo en los almanaques de Chicos, también en un ambicioso lanzamiento con formato libro (El Pájaro Azul, en 1943), en El Gran Chicos (revista lanzada en 1945), en la segunda época de Chicos en 1950, en el tebeo Boy en 1953, siendo rescatado en 1965 por el editor Torrá Mas (con alusión a un falso guionista de estas historias, Frank Lester), y en 1974 por el editor Martí Pavón para el tebeo Chito; hasta gozó de una aparición tardía en prensa, en Primeras noticias (1982).

Visto el fulminante éxito de Cuto, la editora Gil solicitó a Blasco una contrapartida femenina para lanzar un tebeo dirigido a las niñas titulado Mis Chicas. Blasco creó entonces a Anita Diminuta, un personaje inspirado en los cuentos populares cuyas aventuras superaron en fantasía y atrevimiento a las de Cuto, por cuanto aquellas trepidantes historietas fantásticas sumergieron a las niñas de los años cuarenta en los más terribles relatos de horror, Satanás incluido. Tanto en las páginas protagonizadas por Cuto como en las de Anita Diminuta asistimos al crecimiento prodigioso de un autor sorprendente, capaz de las más delirantes fantasías plasmadas con un dibujo limpísimo, jamás visto en los tebeos españoles, de excepcional ambientación y con la modulación de línea adecuada para cada caso (aventura, fantástico), y con una facilidad para encajar y mover a los personajes en el plano inaudita.

En paralelo, el incansable Blasco abordó también historietas dirigidas a un público menos infantil, como La escuadrilla de la muerte, El país del oro negro, Los tesoros del Gran Balkan, El secreto de las Montañas Azules, El planeta misterioso y Una aventura en la India, entre otros títulos, todas entre 1941 y 1944. En Mis Chicas también abordó una serie similar por esta época, dirigida a niñas mayores: Los 3 inseparables, de corta duración.

En los años finales de los cuarenta y en los cincuenta cultivó primeramente la historieta infantil, pero fue derivando hacia la de aventuras, pensada para muchachos antes que niños. Citemos varios ejemplos: dibujó historietas de Pituso para Chiquitito y de Topolino para Topolino entre 1949 y 1950, incluso de Marcela para Florita en 1951, o de Yumbo para Yumbo en 1953; pero desde 1948, otros de sus héroes de lápiz y tinta fueron: los combatientes para los Episodios de guerra, publicados por Augusta aquel año, Wild Batson el solitario (Chicos, 1952), Dan Jensen (Alcotán, 1952), Smiley O`Hara (El Coyote, desde 1953), Joe Bazoka (Aventurero, 1953), Shot Basky (El Coyote, 1953), Dos hermanos (El Coyote, 1953).

En los años cincuenta, ante la crisis de la industria editorial de los tebeos, Blasco se dedicó a la ilustración, incluso de cromos, para álbumes de Clíper, y decidió buscar trabajo en el extranjero, a través de agencia. Jesús estuvo a la vanguardia de los españoles que comenzaron a publicar en revistas de historietas extranjeras, cosechando éxitos en Portugal, Bélgica y Reino Unido, países donde han sido reconocidos ampliamente sus méritos. Su primera obra datada en el extranjero fue una historieta protagonizada por Buffalo Bill, aparecida en la revista Comet el 6 de noviembre de 1954. Le siguieron historietas del mismo género: de Billy the Kid para Sun, Wyatt Earp, Kit Carson, Kansas Kid o Buck Jones para la publicación Cowboy Picture Library.

También dibujó en los cincuenta historietas de corte histórico, protagonizadas por Robin Hood o Dick Turpin, personajes muy queridos por los muchachos británicos, y en los sesenta demostró su capacidad para la historieta de dibujo delicado en las revistas británicas para chicas: Playhour, Marty, Cherie, Roxy, Valentine y otras. No obstante, su obra más reconocida entre los ingleses, según afirma el estudioso Steve Holland, fue Vengeance Trail, adaptación de la novela de Max Brand, que fue ofrecida por entregas en la revista Eagle desde 1962. Con todo, la más longeva de sus obras en el Reino Unido fue la serie de aventuras para niños Edward and the Jumblies publicada en la revista Teddy Bear durante más de una década. Para dar salida a toda suerte de trabajos, formó un estudio con sus hermanos Alejandro y Adriano, más alguna ayuda de Pilar y Augusto, y algunas de las obras que fueron apareciendo a partir de entonces llevaron la firma de Blasco pero eran resueltas en equipo.

Esta forma de trabajar se aprecia en los tebeos españoles a partir de 1964, con la traducción de episodios de Robín de los bosques en el tebeo Chiribín. El mismo equipo firmaba las obras que pudimos apreciar en España a mediados de los sesenta, como Rastro de venganza (la traducción de la serie publicada en Eagle, que en España vio la luz primero en Héroes Modernos y luego en la revista que pretendía emular a la Eagle británica: Tucán) o Jim Temible en el tebeo Cuto. Durante todo este tiempo su obra llegó desde el exterior, sobre todo entre 1963 y 1970, periodo en el que Blasco y equipo estuvieron terriblemente ocupados dando salida a entrega tras entrega de un héroe que triunfó en los tebeos británicos: Steel Claw. Esta serie contaba la historia de un oportunista tullido que, por accidente, queda vinculado con una garra electrónica con la que puede volverse invisible y utilizar la electricidad para turbios fines. El personaje, creado por el escritor de fantasía Ken Bulmer, se convierte en héroe pocas aventuras más tarde y, sobre guiones de Tom Tully, los Blasco dieron lo mejor de su calidad como dibujantes de historietas, en páginas plenas de realismo, crudeza, claroscuros y un dinamismo trepidante. Lamentablemente, sus ediciones en España bajo el título Zarpa de Acero fueron escasas, tardías y torpes en muchos casos.

En los años setenta volvimos a ver a los Blasco por España, en series muchas veces traducidas de otros idiomas: como Los guerrilleros, serie de vaqueros publicada previamente en la revista belga Spirou desde 1968, que aquí se sirvió primero en álbum por Pala, y luego en Chito y en Hunter, desde 1973; Marco Polo, realizada para Italia y aquí incluida en las Joyas Literarias Juveniles de Bruguera; Texas Jack, bajo el mismo título y editado por Rollán en 1973; o Zacarías Grimm, en Primeras noticias. En 1979 trabajó con el editor Dalmau Socias en el lanzamiento de un héroe tarzanesco de pobre fortuna: Tumac, obra que emprendió sobre guiones de Manila y junto con otros dibujantes.

Lamentablemente, a Blasco no le alcanzó el boom del cómic de los ochenta. Como muy bien dejó escrito Juan Espallardo, “en Jesús Blasco no se puede rastrear el plagio: va contra su naturaleza, contra su vitalidad, contra su talento. Todo lo que plasma en el papel es suyo”. Esta originalidad y propiedad de un estilo fue muy aplaudida por el público lector de tebeos de los cuarenta y cincuenta, y aun por los de los sesenta, pero ya no se ajustaba a los estándares del dibujo que apetecía a los lectores de los ochenta, presuntamente, si bien ya era innegable que Blasco ocupaba un podio entre los mejores historietistas españoles de todos los tiempos. Durante estos años Blasco abordó obras de calado religioso, como el libro sobre la figura de San Antonio-María Claret o participando en la monumental Biblia producida en Francia para Dargaud bajo la coordinación de Claude Moliterni.

A través del sello Grafimart se recuperó su grandeza en algunos tebeos que se le dedicaron monográficamente a mediados de los setenta: Tom, el hijo del gaitero, Anita Diminuta, La maldad de Carraspia, La panda se entretiene; y luego colectivos como 9º Arte o Revival Comics, en los ochenta, reeditaron algunas de sus series más recordadas en los tebeos: Cuto, Tragedia en Oriente, Cuto, En los dominios de los sioux y Dan Jensen. El editor Carlos González tomó el relevo de la nostalgia para reconocer la obra de la firma Blasco en el lanzamiento de 1994 Los Blasco (Los archivos de El Boletín #3), y seguir reeditando sus obras en lujosos libros, al menos Una aventura en la India y Cuto y El pájaro azul.

Ya sexagenario, la firma de J. Blasco siguió apareciendo en varias publicaciones. De entonces data la serie sobre guiones del escritor Andreu Martín, Dulce Frenesí, y el dibujo de todo un símbolo de la historieta española, El Capitán Trueno, para el regreso del personaje planificado por la por entonces renqueante editorial Bruguera en 1986. Ese mismo año, Blasco aportó su arte para una historieta que recordaba los 50 años pasados desde el estallido de la guerra civil (se publicó entonces en Cimoc, del sello Norma; luego sería rescatada por Glénat), e inició una colaboración con el editor italiano Bonelli para trabajar sobre el héroe del Oeste Tex Wiler, de los cuales dibujó media docena de libros hasta 1994. También se animó por entonces a trabajar sobre un proyecto singular, si bien ya era el producto del trabajo del Equipo Blasco: las aventuras del almogávar Tallaferro, obra en cuatro libros que comenzó a editar Oikos Tau y terminó el sello La Busca. Este sería el último trabajo de los Blasco. Esta obra fue publicada tras la muerte de Jesús, entre 1996 y 2001.

Naturalmente, Blasco dibujó muchas más historietas, e ilustraciones, e innumerables portadas, para muchos otros tebeos, como África, Ardilla, Aventuras célebres, Bomba, CIDA, Cimarrón, Cómics, Creepy, Cuadernos selectos y Cuentos ilustrados de Cisne, DDT, Eh!, Películas del Oeste, Escalofrío, Espolique, Festival, Jóvenes, J20, Leyendas Infantiles (para la cual destinó historietas apócrifas de Flash Gordon y Tarzán entre 1944 y 1945), Marujita, Misterio, Mortadelo Especial/Gigante (donde se tradujeron trabajos de agencia), Pecos Bill, Pocholo, Yuma, entre muchas otras.

Blasco fue también editor, del sello Augusta, bajo el cual se publicaron varios libros de cómics y de cuentos en momentos en que el mercado no pudo admitirlos. Fue asesor teórico en un libro indispensable para formarse en la profesión: Cómo dibujar historietas (Parramón Ediciones, 1966). Fue pintor y escultor de mujeres, pero nunca expuso. Y fue uno de los pocos autores españoles que vieron convertidos a sus personajes en seres radiofónicos o en juguetes (Cuto y Anita). El reconocimiento le llegó tarde en España, pese a que gran parte de la afición y de la crítica, que le reconocían como “el patriarca del cómic español”, fue unánime al admirar tanto su grafismo clásico como sus delicados universos infantiles (Premio Club de Amigos de la Historieta de 1977). En Portugal, país en el que fue muy editado y querido, se le otorgaron varios premios. En Italia le dieron en 1982 el prestigioso Yellow Kid, en Lucca. En Francia le fue concedido el reconocimiento de Caballero de lasArtes y de las Letras.


Biografía facilitada por Tebeosfera.